16 de septiembre de 2020

Mens sana in corpore sano



Hoy estreno la pestaña “Mens sana in corpore sano” con este post en mi recién creado blog. Seguro que más de uno os preguntaréis de qué tratará la sección. Pero, antes de nada, os explicaré de donde viene esta famosa expresión.

Esta cita en latín proviene de las Sátiras de Juvenal, famoso en la época romana allá por en el siglo I d.C. El verso completo es el siguiente:

«Orandum est ut sit mens sana in corpore sano»

Cuya traducción sería algo parecido a: «Uno sólo debe rezar por una mente sana en un cuerpo sano».

Al leerlo completamente, observaremos que su sentido original es el de la necesidad de orar para obtener salud, tanto de mente como de cuerpo. Entre otras cosas buenas por las que se debe rezar o yo que no soy religiosa prefiero llamar meditar.

Os cuento esto porque me sirve de referencia por dos motivos:

1.   La importancia al ejercicio del cuerpo ya en la época de los antiguos romanos, hecho que impregnó en su cultura y vida diaria como podemos ver en las ruinas de las palestras, lo que nosotros ahora llamamos gimnasios y los campos de entrenamiento, como el Campo de Marte en Roma.  

2.   Además de salud relacionada directamente con el ejercicio y el cuerpo, Juvenal aconseja orar para tener templaza frente a la vejez y la muerte, para considerar la vida y el tiempo que se nos concede como un regalo de la naturaleza. Que, desde mi punto de vista, no es otra cosa que meditar para asumir las verdaderas claves para alcanzar la plenitud.

La mente y la meditación

Sé que algunos ya conocen el término meditar, pero quizá haya otros que les resulte un tanto trascendental y rollo budista, pero os puedo asegurar que meditar no es mas que poner tus pensamientos en orden pensando. Y esa es la clave, pensar. Pensar para analizarnos a nosotros mismos ver los errores que cometemos diariamente y corregirlos al día siguiente. Pensar y escuchar nuestra voz interna que a veces nos está gritando desde dentro, pero la vida cotidiana y el estrés nos impide oírla y un día termina explotando.

Y es que pensar no es otra cosa que escuchar a nuestra mente, a nosotros mismos. Observar nuestro interior. ¿Lo hacéis a menudo? Es muy fácil y no tienes porqué estar en un sitio idílico, ni escuchando las olas del mar, ni encima de una esterilla en un monte Tibetano, no… No es necesario. Cualquier sitio es bueno para detenernos a meditar. Por ejemplo, en la sala de espera del médico o dentista, en la cola para el supermercado, en el autobús, etc. Quizá si el ser humano del siglo XXI aprovechara esos ratitos, que parecen pérdidas de tiempo, en pensar y no tener esa prisa que les convierte en bestias llenas de ansias por ser atendidos o en bobos mirando el móvil para ver quien ha puesto un nuevo like en su Instagram, sino que introdujera en sus adentros para inspeccionar sus sentimientos y corregir los pensamientos y acciones negativas con intenciones positivas para un futuro, quizá nos encontraríamos ante un ser muy diferente. Una persona consecuente para sí y el prójimo. Al menos mucho más tranquilo.

No tienes porqué meditar una hora, a veces diez minutos pueden bastar. Puede que para las personas que nunca lo han practicado suene raro y difícil y para algunos sea algo muy friki, pero pruébalo y dime si tu vida no mejora.  

Para los principiantes os aconsejo empezar en un sitio tranquilo y silencioso, sino tienes mucho tiempo, por ejemplo, antes de dormir o al despertar. Pero sí que deberías establecer una rutina para comenzar y habituarte. Para empezar: Cierra los ojos, respira profundamente por la nariz hasta llenar tus pulmones por completo, aguanta cuatro segundos sintiendo el aire en tu pecho y después expira poco a poco por la boca hasta vaciarte por completo expulsando con el aire todos los pensamientos negativos. Repite esto unas cinco veces. Y después sé una espectadora de tus pensamientos, no intervengas, escúchate.

Hubo una época (o más bien pueda pluralizarlo, ya que, por desgracia, las malas noticias en mi vida siempre me han perseguido desde que cumplí los quince años) en la que la depresión acechaba mi mente y vino para quedarse durante un largo tiempo. Estas técnicas y otras que os explicaré durante este viaje, me ayudaron a ser la persona que soy hoy, una persona con muchas taras aún por arreglar, pero feliz.

Siguiendo con la expresión Mens sana in corpore sana y su interpretación debemos tener en cuenta que como mis decisiones las tomo condicionada por mis emociones y mis emociones dependen de mi mente y mi mente depende del funcionamiento de mi cerebro y este es el que dirige mi cuerpo, cuidar mi cuerpo implica el cuidado de mis emociones.


El cuerpo y sus tres herramientas básicas 


La alimentación

Pero mantener al cuerpo en buenas condiciones, el primer elemento a cuidar será la alimentación, no olvidemos que el organismo necesita “combustible” para funcionar, y que, según los alimentos ingeridos, el metabolismo funcionará de una forma o de otra. Por ello también será otro tema del que trataré de escribir en esta sección.

El ejercicio físico

Por supuesto el ejercicio físico es otra de las herramientas complementarias a la alimentación para el correcto cuidado del cuerpo, facilita la producción de endorfinas, neurotransmisores que producen una gran sensación de placer y bienestar, lo que sitúa a la persona en una posición de ventaja ante un evento estresante y una posterior necesidad de toma de decisiones.

El ejercicio físico nos aporta muchos beneficios, nos ayuda a mantener el peso (por el consumo de calorías por sesión), nos ayuda a eliminar toxinas (a través del sudor, por ejemplo), nos ayuda con la circulación de la sangre y nos ayuda aumentar nuestro nivel de energía, logrando que éste se mantenga a lo largo del día.

A parte de entrenar nuestro cuerpo, el ejercicio físico también entrena nuestra mente. El ejercicio físico mejora y ejercita la función mental, destacando la memoria, la agilidad y flexibilidad mental, la rapidez entre otros y por último porque aporta una gran sensación de bienestar (producido en parte por la subida de endorfinas mientras hacemos ejercicio)

La práctica habitual de ejercicio físico es necesario para una salud equilibrada cuerpo-mente, ya que aumenta la autoestima y la autoimagen, por eso muchos médicos aconsejan la práctica de deporte en las personas aquejadas por depresión, ansiedad, estrés, etc..

Y esto no lo digo yo, lo dice la ciencia. Según he leído en un artículo que nombra a la prensa del canal UGR Divulga, investigadores del grupo de Psiquiatría Bio-ambiental de la UGR y del Hospital Universitario San Cecilio de Granada confirmaron que la práctica regular de ejercicio físico es un factor que influye en la salud mental, como ha avalado ya la ciencia en múltiples estudios previos.

4.507 hombres y mujeres de toda Andalucía participaron en el estudio que recoge la prestigiosa revista Journal of Affective Disorders, basándose en el estudio epidemiológico PISMA-ep, que incluye datos sobre ejercicio físico, salud y peso. Además, las personas de la muestra completaron una batería de pruebas de diagnóstico para evaluar síntomas de depresión.

Las conclusiones del estudio revelan que aquellas personas que practican ejercicio físico habitualmente reducen el riesgo de desarrollar depresión en un 40% frente a aquellos sujetos sedentarios. El efecto es incluso mayor en aquellos casos en los que la actividad deportiva se realiza con más intensidad y regularidad, y sus efectos beneficiosos se mantienen pese a las implicaciones de la depresión, como el aumento de peso, o el estado de salud física en general.


El descanso

La tercera herramienta imprescindible para el cuidado del cuerpo y por tanto de nuestras emociones, es el descanso. Todos los organismos necesitan periodos de descanso para un correcto funcionamiento, y el nuestro no es diferente. Reparto de energías durante el día y un sueño de cantidad y calidad suficiente, serán el colofón imprescindible para un máximo rendimiento y máxima sensación de bienestar. El sueño cumple la doble función de reparación física y de refuerzo o desecho de las conexiones neuronales establecidas durante la vigilia.

Un sueño de calidad nos proporcionará el descanso físico y mental que nos permitirá reponer la fuerza física, olvidar aquello que nos perturba y reforzar aquello que nos hace crecer y disfrutar. Aprende a dormir bien para un correcto descanso.

Resumiendo, es la pescadilla que se muerde la cola, si cuidas tu mente y tus emociones, tu mente cuidará a tu cuerpo y viceversa. Si controlas tu mente, tu cuerpo lo agradecerá y si cuidas tu cuerpo tu mente estará más en calma. 

Espero que te haya gustado el post y te animes a seguirme para saber las nuevas novedades sobre este tema y otros. 

¡Feliz semana!



2 comentarios:

  1. Hola!
    De todo lo que mencionas solo cuido mi alimentación. No hay tiempo para ejercicios cuando a veces no lo tenemos ni para descansar en condiciones 😅😅😅 aunque también puede ser tema de falta de organización.
    Besos!

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    Respuestas
    1. Hola Maria! Muchas gracias por comentar! Te entiendo perfectamente, a mí me pasa igual a veces pero es cuestión de organización y rutina. Algo muy jodido pero posible jajaja 😅

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